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Editorial: Los Siete Pecado Capitales

Un insistente y poco amigable rumor, que circula últimamente, se complace en anunciar nuestro sensible y prematuro fallecimiento. En Rumbos, la noticia motivó algunas sonrisas, primero, y cierta preocupación después, pues nos resultaba difícil entender cómo era posible que buenos profesionales que trabajan con el mismo objetivo -mostrar al mundo las infinitas maravillas del Perú- invirtieran sus valiosas energías en generar una campaña tan mezquina, pues Rumbos dista muchísimo de la agonía. Por el contrario, goza de mejor salud que nunca y el futuro se le presenta fulgurante. La anécdota, sin embargo, nos lleva a un tema que, desgraciadamente, parece estar convirtiéndose en un nefasto deporte nacional: la mala leche, el malévolo afán de derrotar al rival, desacreditándolo gratuitamente, apelando al tramposo mecanismo de la intriga, en suma: lanzándole barro con venti-lador. Esta no es sino una de las múltiples malas costumbres que entorpecen nuestro desarrollo como país. Y como, afortunada-mente, no tenemos que rendirle cuentas a ningún patrón, podemos darnos el lujo de nombrar los siete pecados mortales que hacen imposible el progreso en armonía. Asociado al primer pecado de la la mala leche están el segundo y el tercero: el egoismo y la mentira. Egoísmo traducido en una terrible falta de objetivos comunes, en un apetito desmedido por un éxito individual que no duda en pisarle la nuca a los demás. Mentira como instrumento vil del chisme. Mentira como expresión de un tirar la piedra y esconder la mano, de una escalofriante hipocresía: "íQué linda tu revista!" (íOjalá quiebre pronto!). Y lo más triste es que no es una persona la perjudicada. Tampoco una empresa. Es el Perú. Este país que decimos amar y al que, no obstante, no dudamos en infligir el azote de nuestra desidia y flojera. Desidia de dejar siempre todo para otro día, flojera de dejar siempre todo para que otro lo haga, en una palabra: informalidad. ¿No es el Perú, entonces, el que termina pagando pato?, ¿a quién beneficiamos con tales miserias? Vergonzosas miserias que no son otra cosa que la expresión de una absoluta falta de respeto por el prójimo, de una pobre conciencia nacional. No nos engañemos, entonces. No digamos que lo hacemos por el país cuando lo único que nos preocupa es nuestra personal gloria y fortuna. Tales son los siete pecados. ¿Unidos podremos vencerlos? El Perú se lo merece. ¿En eso, por lo menos, podremos estar de acuerdo? End of Article Symbol

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Por Charles Stone
Año I/Número4 , Página 3

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