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El dilema de Candamo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pocas zonas de nuestro planeta quedan libres de ser destruidas por la mano del hombre. El Perú alberga a una de ellas, el bosque del Candamo. Sin embargo, la lucha por la supervivencia del hombre moderno pone en riesgo su continuidad como zona ecológica.

El célebre filósofo danés Sören Kierkegaard, padre del existencialismo moderno y gran influyente en gigantes de las letras como Jean Paul Sartre y Albert Camus, dejó buena parte de sus reflexiones acerca de la libertad y el acto de elegir en su famoso libro O lo uno o lo otro. El título de su obra se ajusta inmejorablemente al tenso conflicto que hoy vive el Candamo. Pues en un futuro cercano, y como consecuencia de una irrepetible combinación de factores históricos, políticos y legales, el futuro de esta selva privilegiada se decidirá necesariamente entre dos opciones. O parque nacional o zona petrolera. O lo uno o lo otro.

La propuesta original

En la década de los ochenta, varias organizaciones de científicos y conservacionistas conscientes del incalculable valor ecológico del Candamo (ver edición 15 de RUMBOS) formularon una propuesta para su conservación y para un uso racional y sostenible de sus recursos. Tras un largo análisis, propusieron al país la creación de un moderno parque nacional, el cual estaría estructurado de acuerdo a criterios técnicos que contemplasen los intereses de todos los involucrados en la región. 

Según esta propuesta, el valle del Candamo sería el corazón del parque; es decir, su área núcleo, de naturaleza intangible. Alrededor habría una serie de anillos concéntricos con menos restricciones. Un primer anillo se reservaría para investigaciones científicas, un segundo admitiría turismo en carpas, y un tercero, hostales para ecoturismo. También contemplaba diversas zonas de amortiguamiento para proyectos de desarrollo y se daba consideraciones especiales a las comunidades nativas. 

Esta propuesta, que contó con la anuencia de toda la población aledaña, tuvo un primer gran avance a comienzos de los noventa, al oficializarse la creación de la Zona Reservada Tambopata-Candamo. Esta noticia fue recibida con júbilo por los amantes de la naturaleza. Todo parecía indicar que el parque nacional se proclamaría muy pronto, ya que el estatus de zona reservada es transitorio, una suerte de peldaño previo. 

El conflicto

Pero dicho estatus no garantiza la intangibilidad de la zona. Así, las selvas del Tambopata-Candamo fueron incluidas en el gran mapa de lotización petrolera que el Gobierno creó dentro de su estrategia para atraer inversión extranjera y conseguir la reinserción del país en la comunidad financiera mundial. La totalidad del Candamo y gran parte del Tambopata quedaron "atrapados" en el lote petrolero 78, asignado a un consorcio formado por las compañías Mobil, Exxon y Elf. 

La noticia produjo en la comunidad ambientalista un sentimiento mixto de indignación y tristeza. La propuesta del parque, respaldada por años de trabajo, estudios y coordinaciones, había sido repentinamente marginada y la zona quedaba expuesta a los peligros de una explotación en gran escala. Estos sentimientos fueron parcialmente recogidos por el Gobierno que, a modo de compensación, dispuso que todas las zonas del proyectado parque que habían quedado fuera de ese lote se convirtiesen en parque nacional. 

Así nació el flamante -y recortado- Parque Nacional Bahuaja Sonene, cuya creación dejó un sabor agridulce. Por un lado, protege zonas de indudable valor ecológico; por otro, carece de sustento técnico, pues excluye el área núcleo que le daba sentido y que supuestamente debía proteger: el valle del Candamo. 

La esperanza

Sin embargo, aún hay esperanza para el valle del Candamo. De acuerdo con los contratos, la Mobil y sus socios deben "devolver" todas las áreas del lote 78 que no utilicen. Las áreas devueltas serán automáticamente anexadas al Parque Nacional Bahuaja Sonene. 

La gran esperanza de los amantes de la naturaleza es que el Candamo sea una de estas zonas devueltas. Después de todo, es apenas una fracción del enorme lote, y los petroleros podrían seguir su labor alejándose de la zona de valor ecológico. Llama la atención esta peculiar figura legal que condiciona la conservación del Candamo a la existencia de hidrocarburos.

Si hay petróleo o gas en cantidades comerciables, el Candamo será explotado. Si no es así, se convertirá en parque nacional y se conservará intacto para la posteridad. O lo uno o lo otro. Y la decisión final está en manos de la Mobil y sus socios.

Lo que está en juego

De los 77 millones de hectáreas de selva que tiene el Perú, el único millón enteramente deshabitado pertenece a Tambopata-Candamo. Según la Sociedad Zoológica de Nueva York es "la mayor selva deshabitada del planeta", opinión compartida por el célebre conservacionista inglés Sir Ghillean Prance, director de los Reales Jardines Botánicos de Kew, quien dice: "El Candamo es vitalmente importante, pues es el corazón de la mayor selva deshabitada y sin cazadores que queda en el mundo, distinción extraordinaria de la cual el Perú puede obtener gran crédito". 

En efecto, el Candamo muestra un esplendor ecológico sin paralelo ya que no ha sido depredado por madereros, pescadores, cazadores ni recolectores de orquídeas. Tampoco muestra áreas quemadas por agricultores o consumidas por ganadería, tan comunes en el resto de la selva. La fauna no conoce la presencia humana y por ello reacciona con conmovedora inocencia ante los visitantes, quienes pueden aproximarse a pocos metros de especies en peligro de extinción como tapires, jaguares y nutrias gigantes. 
En opinión de Hernán Ortega, especialista en peces amazónicos, el Candamo es el único lugar donde puede estudiarse poblaciones intactas de peces gigantes y descubrirse los patrones biológicos que permitan recomendar un manejo racional de las pesquerías: "El Candamo puede enseñarnos a alimentar a toda la Amazonía, hoy y siempre". Es comprensible que la comunidad científica mire con tristeza la posibilidad de cualquier explotación inmediata en la zona. El sentido común aconseja estudiar primero para aprovechar los recursos después, y no lo contrario. Además, la ausencia de humanos es una virtud inapreciable para la investigación biológica.

Otra razón que hace del Candamo un lugar extraordinario es su privilegiada ubicación al pie de los Andes de Puno (distante apenas a 200 kilómetros del lago Titicaca). La zona se beneficia con todos los minerales y ricos nutrientes de los suelos andinos, traídos por los ríos de montaña. Esta bonanza mineral enriquece los suelos y promueve los procesos biológicos, determinando una biodiversidad y biodensidad muy superiores a las de, por ejemplo, las selvas de Brasil. Baste decir que en un solo hostal del Tambopata se registró el récord mundial de 600 especies de aves, casi el mismo número de especies que existe en todo Estados Unidos. Y nadie sabe cuántas especies más se esconden aún en el Candamo. 

Pero quizá la cualidad más asombrosa de la zona es su peculiar constitución geográfica. Los científicos de Conservation International consideran al Candamo "una Amazonía completa en pequeño", pues en su interior es posible encontrar zonas planas, de colinas, de aguajales y de bosques nubosos, así como ríos de aguas claras, blancas y negras, todo en "un mismo y fascinante lugar". Además, el Candamo está naturalmente aislado del mundo, cercado por paredes circulares de montañas que lo convierten en una fortaleza natural para la conservación de la biodiversidad. Es una cuenca completa y autosuficiente que recoge su propia lluvia y podría seguir existiendo independientemente de lo que ocurra en el resto de la Amazonía.

Hay también razones sociales, económicas e históricas para proteger el Candamo. La floreciente industria del ecoturismo se ha desarrollado exitosamente en la última década, proveyendo a la mayor ciudad cercana, Puerto Maldonado, de una fuente de ingresos y empleo que sólo puede crecer en los próximos años. La misma que, bien conducida, puede brindarle prosperidad para siempre, a diferencia de las actividades de extracción que prometen ganancias sólo por 30 ó 40 años y, por cierto, a cambio de la destrucción de la naturaleza. 

Solamente un parque nacional garantizará a las comunidades nativas establecidas en la periferia del Candamo el derecho a seguir disfrutando de una selva rica y sana, tal como lo han hecho durante 40 mil años. No olvidemos la enorme deuda histórica que tenemos con la etnia Ese’eja, cuyos miembros fueron esclavizados por los caucheros un siglo atrás. En aquella oportunidad la explotación tenía como objetivo proveer caucho a los fabricantes de llantas para los recién inventados automóviles y bicicletas. Hoy se trata de obtener combustible para nuestros automóviles. Hay aquí un paralelismo que merece debatirse. 

Finalmente, desde el punto de vista geopolítico, el valor del Candamo sólo puede crecer en vista de la vertiginosa e indetenible destrucción de los bosques tropicales alrededor del planeta. El escritor, investigador y cineasta Kim MacQuarrie, autor del magnífico libro del Manú (publicado por la familia suizo-arequipeña Patthey) y ganador de dos premios Emmy por su película Espíritus del bosque tropical, resalta: "El Perú es conocido mundialmente por nombres como Cusco, Machu Picchu, Paracas y Chan Chan. El nombre de Candamo debe sumarse a esa lista, pues pertenece a la misma jerarquía."

Una decisión histórica

La compañía petrolera Mobil y sus socios, Exxon y Elf, tienen en sus manos una decisión histórica, que afectará decisivamente el futuro del Candamo, de los grupos nativos, de la comunidad científica, de las poblaciones aledañas y del Perú en su conjunto. No está en duda su intención de hacer las cosas bien. Pero a veces el mejor esfuerzo no basta. La tecnología humana tiene sus límites. 

Las industrias más desarrolladas del planeta, como la espacial, la bélica y la petrolera se han mostrado falibles (recordemos la tragedia del Challenger, los yerros de la OTAN al bombardear Serbia o la catástrofe ecológica del Exxon Valdez), y un error es todo lo que se necesita para que el Candamo se pierda para siempre. Es espantoso imaginar las consecuencias de un derrame petrolero en la fuente misma de la cuenca amazónica; sin embargo, es una posibilidad latente. Esta es una zona indomable, donde se juntan los rigores propios de la selva con la furia indomable de los Andes: derrumbes, avalanchas, huaicos, desprendimientos de montañas, cambios de paisaje, inundaciones impredecibles y cambios permanentes en el curso de los ríos. ¿Puede asegurarse que un oleoducto estará a salvo en semejante entorno? 

O lo uno o lo otro

En agosto conoceremos la decisión de la Mobil y sus socios (debimos habernos enterado en marzo, pero la transnacional pidió una postergación de cinco meses). Es un hecho que concita el interés de los amantes de la naturaleza. Quizá celebremos entonces la creación de un flamante parque nacional y felicitemos a las compañías petroleras

Por Daniel Winitzky
Año /Revista 16 , Pagina 06
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