El viaje por tierra a Pozuzo, si se toma la carretera Central, en el
trayecto Lima-La Oroya, tiene la particularidad de mostrar diversas regiones del Perú,
pues se puede apreciar cómo la aridez de la costa va dando paso a la vegetación
cambiante y típica de cada lugar, hasta culminar en la cordillera, a una altitud de 4,800
metros sobre el nivel del mar, en el abra de Ticlio. De acuerdo a la época, se puede
observar grandes extensiones de nieve en los cerros. Al llegar a La Oroya, se toma el
desvío hacia Tarma, y más adelante se encuentran San Ramón y La Merced. El tramo a
Oxapampa, no asfaltado, en épocas de lluvias se ve afectado por los deslizamientos y
desbordes del río.El trayecto hasta Pozuzo se caracteriza por una carretera
serpenteante, al borde de acantilados empinados sobre el río Huancabamba. El camino esta
redeada de helechos y árboles de copas frondosas, en muchos de los cuales se aprecia
delicadas orquídeas; y cascadas espumosas invitan al viajero a tomar un baño en sus
frescas y limpias aguas. Además, en el trayecto, se encuentra el Parque Nacional
Yanachaga-Chemillén, que tiene una extensión de 122,000 hectáreas y abarca parte de los
distritos de Pozuzo, Villa Rica y Palcazú (en la provincia de Oxapampa), y es uno de los
parques de mayor flora y fauna en el mundo.
Historia
En 1849, el Presidente de la República, Ramón Castilla, promulgó la Ley de
Inmigración. El primer arribo de alemanes se produce, al amparo de esa ley y gracias al
empresario Antolín Rodulfo, pero sin éxito. Los inmigrantes alemanes nunca se
establecieron, pese a su esfuerzo de ir a pie hasta Tarapoto. Al destino no llegó una
familia completa, muchos perecieron en la travesía, pues el paso por las altas
cordilleras, los despeñaderos de la ceja de selva, y las inclemencias del clima.
A partir de esta experiencia, el Perú se hizo de mala reputación y de grandes
oposiciones a la inmigración desde la misma Alemania.
Pero fue el barón Cosme Damián Schütz von Holzhausen, viajero alemán que, después
de visitar las colonias alemanas de Texas, tuvo el propósito de establecer colonias en
América del Sur, al ser convencido de dirigir la inmigración hacia la ceja de selva
peruana. Tras un viaje, en 1852, al Alto Marañón, y en aquella oportunidad entablo
amistad y formó una sociedad con Manuel Ijurria, minero de Cerro de Pasco.
Un tiempo después, el gobierno peruano admitió la propuesta Schütz Ijurria,
bajo la modalidad de contrato, en virtud al cual se proponía introducir, en territorios
del Amazonas, a 13,000 colonos alemanes. Sin embargo, en 1853, el presidente Echenique
derogó la Ley de Inmigración y este contrato devino en nulo.
Durante el segundo gobierno de Castilla, en 1855, se suscribe otro contrato Schütz
Ijurria, con la finalidad de traer a 10,000 inmigrantes austríacos y alemanes. En
dicho documento se estipuló que la colonia bajaría por la cordillera para establecerse
en la frecuencia de los ríos Delfín y Huancabamba.
Si bien inicialmente se habló de un primer viaje de 500 colonos, en realidad salieron
del puerto de Amberes sólo 300, los mismos que llegaron y partieron cruzando la
cordillera hacia el lugar a colonizar. El viaje tardó dos años y fue muy penoso.
Llegaron a Pozuzo el 25 de julio de 1859.
Se establecieron de modo definitivo apenas unos 150 colonos, quienes se encontraron
totalmente aislados de su patria. No se supo nada de ellos durante más de 120 años.
Durante este tiempo, la colonia fue autosuficiente: desarrollaron la crianza de animales,
el tejido de telas y la confección de sus propios zapatos.
El crecimiento poblacional de la colonia se debió al matrimonio entre sus miembros, y
a la unión, tanto entre éstos como con nativos de la región.
En 1970 se construyó la primera carretera a Pozuzo, la cual presentaba un tramo
irregular por los deslizamientos. Pero sirvió para que muchos adelantos propios de la
época y el intercambio comercial se hicieran presentes en esta colonia. Esta vía de
acceso también hizo posible que muchos jóvenes puzucinos salieran de la localidad con el
objetivo de educarse o para vivir en la capital.
Hoy Pozuzo se caracteriza por su raíces.La vestimenta típica tirolesa es usada en los
días festivos, se imparte la enseñanza de alemán y español, y familias conservan, a
través del tiempo, apellidos como Schmidt, Heidinger, Müller y Köhel.
En el pueblo se puede apreciar el desarrollo natural y necesario del mestizaje, fruto
de la pacífica convivencia de colonos y nativos. Esto se evidencia a través de la
presencia de apellidos oriundos de la región, los cuales, combinados con apellidos y
nombres de origen tirolés, dieron paso y lugar a nuevas generaciones de peruanos.
Las nuevas generaciones han abierto, en los últimos 30 años, un nuevo territorio en
lo que ellos llaman "La Conquista del Codo de Pozuzo". Esta conquista se realiza
después de muchos viajes en los cuales se exploró el lugar y se experimentó con
sembríos. Hoy lo muestra, con merecido orgullo, la Municipalidad del Codo del Pozuzo.
Pozuzo pueblo
Las casas coloniales son una clara muestra de la influencia de la arquitectura
germánica adaptada a las condiciones y los materiales del lugar. Las edificaciones se
caracterizan por sus techos altos y a dos aguas (cubiertos antes con tejas de madera y hoy
por planchas de zinc) y corredores exteriores para comunicar los ambientes. Por lo
general, los establos se encontraban en el nivel inferior, dejando el segundo, tercer y
hasta cuarto nivel destinados a la vivienda. Cerca se ubicaba un trapiche para la molienda
de caña; una muestra de ello se encuentra en Palmira, en la casa de cuatro pisos del
Hernan Egg.
En el pueblo se puede visitar las iglesias de San José de Pozuzo y del Sagrado
Corazón de Jesús, como otras expresiones de la típica arquitectura del lugar. Se
encuentra también el Museo Francisco Schafferer, en el cual se exhiben restos de
cerámica que datan del periodo comprendido entre los años 6,000 a 1,800 a. C., época en
que Pozuzo estuvo habitado por tribus nativas. El museo además exhibe numerosas armas,
recuerdos y utensilios pertenecientes a los primeros colonos.
Otro lugar de visita es el primer puente colgante, llamado Emperador Guillermo II,
recientemente restaurado, que fuera utilizado por los primeros colonos para cruzar el río
Huancabamba.
En cuanto a actividades económicas, Pozuzo es una colonia dedicada principalmente a la
ganadería de carne (y en menor escala lechera), siembra del café y arroz, y
fruticultura. En un recorrido por los alrededores del pueblo uno encuentra hermosos fundos
que destacan, por la verdura de sus sembríos, la selva que los rodea, además de hermosas
casas de madera. Todas estas características logran un matiz muy particular, difícil de
encontrar en otros lugares del Perú.
Evidentemente, Pozuzo es un lugar de gran atractivo turístico, por su carácter, la
belleza de su paisaje y sus fiestas. Respecto a esto último, la festividad más
importante es la celebrada el 25 de julio -día de su fundación-, la cual se prolonga
hasta el 30.
Esta conmemoración es de gran colorido, tanto por las vestimentas típicas, y la
música y canciones austro-alemanas, como por los torneos de cintas a caballo, que
muestran a diestros jinetes que en acto de galantería recogen aros y cintas multicolores
para ofrecerlos a las jóvenes del lugar. También son vistosos los carros alegóricos, la
pelea de gallos (sí, tengan las agallas), y desde luego, la comida del lugar, con recetas
típicas pozucinas, y austro-alemanas, entre las que destacan la sopa de sémola
(Griesnockerlsuppe), el remolino de carne con verduras (Fleischtrudel mit gemuse), las
salchichas o el cerdo ahumado.
Los alrededores de Pozuzo, aparte de ser excelentes para el camping, se prestan a la
práctica de deportes de aventura, como el canotaje, parapente, ala delta, caminatas y
paseos en moto, actividades que, sumadas al trato gentil y hospitalario de su gente,
harán de su visita una vivencia difícil de olvidar.